martes, septiembre 29, 2009, rallada de belga_seg a las 9/29/2009 12:09:00 a. m.
editado: Siempre me ha llamado la atención al mirar las estadísticas del blog (tengo un contador chivato que lo único que no me dice es el nombre de quien entra...) que mucha gente haya llegado hasta aquí en los últimos tres años buscando en google párrafos enteros de este post: http://soliloquiosdeanavazquez.blogspot.com/2006/12/por-pedir-pido-te-pido.html ... Hace un año y medio, en vísperas de un examen de Historia, decidí convertir parte de él en canción. Como dicen que es de bien nacidos ser agradecidos, no he encontrado mejor manera que agradeceros vuestra presencia ahí, al otro lado de la pantalla, que dejando esto por aquí; el post más visitado del blog un día de barbacoa, guitarra, pintas impresentables (fue a principios de verano, no he conseguido subir un semitono en la piel...) e inmejorable compañía: http://www.youtube.com/watch?v=Mo4Mq6yASFM . Ya he perdido toda mi reputación... Ahora sí, Se fue.


Porque comprendió que, de alguna manera, había sido egoísta contigo compartiendo con todo el mundo lo que sentía por una sola persona. Porque ni siquiera ya conseguía hacer flotar a las letras de un abecedario que se le quedaba corto para expresar infinitos mares de sensaciones. Porque a veces en la vida hay que tomar decisiones así, de la noche a la mañana; no hay que olvidar que hay noches que se alargan tantos días como recuerdos quieran compartir la almohada. Porque sintió que el respeto que te guarda pesaba mucho más que la suma del amor que te tiene y del que te seguirá teniendo... y ya es pesar. Y a pesar de que un poco sí le dolió tomar la decisión de dejar de apoyarse en la negra pared que había llenado de graffitis en forma de pensamientos a lo largo de casi cuatro años, se fue.
Porque aunque nunca fue mujer de ciencias y números, y en contadas ocasiones entendió la estadística, si echaba cuentas, se daba cuenta de que tus historias, o sus historias sobre ti si así lo prefieres, superaban al resto por mayoría absoluta. Porque anheló, más por ti que por ella y ahora que está de moda, poder ser tránsfuga de tus encantos, y no quiso una nueva moción de censura de tus palabras, tus gestos, tus tonterías, tus sonrisas e incluso tus enfados por cuatro letras que aunque lo expresan todo, en realidad no son nada; sólo palabras. Quizás sentimientos traducidos en palabras, si es que eso puede ser así. Porque le importas, no más que nada, más que todo. Y decidió lo que tantas otras veces había decidido y nunca se había decidido a llevar a cabo; marcharse. Por eso se fue.
Se fue con una sonrisa en los labios y varias lágrimas en los ojos; todo cabe en una cara desde que existen los discos. Se fue con necesidad de relatar más, pero también con ganas y deseos de poder contar menos. Se fue sin dolor en las manos por todo lo que había tecleado, pero con un poco de escozor en el alma por no haber llegado a comprender, después de tanto y tanto escrito, por qué ninguna de esas personas que se habían aliviado al cruzarse con sus letras, eras tú.
Se fue intentando ser lo más sigilosa posible. Y se fue decidida, sabiendo que hay otros folios en blanco que pueden ser rellenados sin que tengan que ser expuestos a la humanidad y a la inhumanidad. Se fue sabiendo que quizás, este final le lleve al principio de lo que siempre ha querido escribir; se fue sabiendo que quizás, entonces, una vez escrito eso, te traslade otra vez al principio de lo que nunca has querido leer. Se fue concediéndote una tregua. Se fue dándote las gracias, se fue pidiéndote perdón.
Se fue... y hasta aquí puedo leer. Digo escribir.


Canción de la semana: Cada Vez (Ondina)
“Cada vez que yo me miro en tu cara sale todo lo que hay en mí de bueno; nadie nunca querrá a nadie como yo te quiero”.
 
lunes, septiembre 07, 2009, rallada de belga_seg a las 9/07/2009 01:13:00 a. m.

Creo que lo asumí el día que me di cuenta de que mi boca no buscaba labios desconocidos con sabor a humo mezclado con salsa o merengue. Lo supe desde el momento en que sentí que mi mirada estaba perfectamente dotada para evitar la del minotauro que en un laberinto de ojos es capaz de ir comiéndoselos a todos; uno por uno. Fui consciente de ello cuando rechacé autopistas de experiencias y carreteras secundarias para llegar hasta ellas... En el diccionario de vida que cada uno escribe con el paso de los años, en las páginas dedicadas al corazón y su funcionamiento, “amor” y “querer” solo iban a tener una acepción. Y, supongo, asumí que no iba a estar sujeta a interpretaciones.
Quererte, fueses quien fueses, me iba a doler como sólo duelen las piedras minúsculas que buscan un sitio en la planta del pie; esas que siempre se sienten, pero que nunca se llegan a ver. Quererte iba a ser tan fácil como complicado. El amor contigo iba a ser como aquel de la carta de Pablo a los corintios; sí, esa que decía “El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso (...) Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta”. Estuve segura el día que lo asumí. Hace tiempo que sé quién eres. Hoy lo estoy aún más.
El amor es tener la sensación de que podría pasarme así la vida entera; sufriendo a ratos largos, y a otros ratos volando por encima del nivel del mar de tantas y tantas parejas que se ahogan en la saliva de sus propios besos. Ahí fuera hay un tsunami de mentiras y tantísimos movimientos sísmicos sobre camas, provocados por el propio ser humano y no por la naturaleza, que lo que menos miedo me da es no estar contigo en estos momentos; sé, estoy convencida, de que no estoy sin ti. Tan convencida como lo estoy de que el amor no es sexo, y que éste es el placer más seguro, el premio más fácil de obtener en esta tómbola que dicen que es la vida. Y aunque muchos no lo crean, y me vean con el destino maltrecho y las líneas de la palma destrozadas, quemadas de aferrarse a un presunto clavo ardiendo, me considero una persona con suerte. De momento gafada, sí, pero con suerte; cuántos buscan con la mirada que les toque una canción, un momento de complicidad, una sonrisa parlante, un gesto chivato, una frase con sobrepeso en el significado, un código secreto, una arritmia después de un beso en la mejilla, de un abrazo... Sumo y sigo impacientemente paciente.


Canción del día: Noviembre (Ondina)
“Puedo prometer que los huecos blancos son para el ajedrez, y que la Torre Eiffel no fue más que la ilusión que quisimos tener, que tu forma de caminar solo fue una mala imitación (...) y quiero pensar que Noviembre nos hará regresar, que pondrá color en el blanco que nos separó”
 
jueves, septiembre 03, 2009, rallada de belga_seg a las 9/03/2009 12:32:00 a. m.
Es curioso; una nunca deja de irse y, sin embargo, se va. Y después de cuatro años de idas y venidas, y aún sabiendo que la marcha nunca llega a ser tan larga como las de la tele, esas en las que el atleta llega exhausto a la meta, con los ojos carentes de vista, la lengua peleada con el tacto, y los abdominales luchando por salir de su escondite y romper lo antes posible una cinta chivata, una se ve, mientras suena el “bip” que abre la puerta de salida, incapaz de frenar las lágrimas. Éstas, lejos de competir en una prueba de larga duración lo hacen retando al mismísimo Ussain Bolt. Aunque de momento siguen haciéndolo en vano; mi récord del mundo lo sigues teniendo tú, y han pasado ya tres años.
Me pregunto si alguna vez aprenderé a irme tanto como otros se han acostumbrado a que lo haga. Si dejaré de estar como ida. Me pregunto si algún día no dejará de extrañarme la falta de besos de despedida. Si en algún momento, recoger los papeles de la mesa y cuidar bien de que no me dejo nada, dejará de afectarme. Por no hablar de las bolas... las malditas bolas de papel. La cuestión siempre sigue siendo el porqué de irse mientras otros se pueden quedar. Me pregunto si alguna vez dejará de temblarme la voz al decir “adiós”, incluso “hasta luego”, en vez de “hasta mañana”.
El único consuelo que queda, mientras Los Secretos suenan de fondo en el coche a todo volumen y de manera no intencionada aunque se trate de un disco, es saber que, una vez más, me voy habiendo crecido. Y con cierto sentido, me da por pensar que quizás la próxima vez que tenga que irme, o a lo mejor dentro de un par de veces, haya crecido tanto que no quepa por la puerta; que no tenga que irme. Que no pueda irme.
De algo tiene que servir que el auricular del teléfono esté compuesto cada vez de menos plomo. De algo tiene que valer haber aprendido a ser capaz de aguantar hasta las siete de la tarde, sin gotas de sudor que delaten, sin saber muy bien cuál va a ser la noticia del día siguiente, y de mucho debería servir haber comprendido cómo se doman las salvajes informaciones de los caballitos ponis. Digo yo que para algo servirá haber aprendido lo que es la intuición y qué utilidad puede tener cuando nada parece cierto, y haber aprendido a tratar con tacto a los contactos...
“Nunca he sentido igual una derrota, que cuando ella me dijo ‘se acabó’”... Malditos avituallamientos...


Canción de la semana: “Sí, quiero” (Tontxu)
“A mí no me hace falta firmar tantos papeles para decirte que te quiero, me sobran las palabras, me quedo con los gestos que son mi santo sacramento”