Lucía tiene 20 años, como yo. Le cuesta hablar y moverse, aunque su cabeza sigue igual de ordenada que siempre… que siempre, dejando a un lado el tiempo que duró su coma; alrededor de cinco meses. Un accidente de tráfico, un día cualquiera, de esos con lluvia, en los que es mejor quedarse en casa viendo una película, acurrucada en el sofá del salón con una manta, le quiso quitar la vida hace algo más de dos años. Volvía con su padre de clase, o de la biblioteca… no lo sé muy bien. La cuestión es que el viaje de vuelta, al final, duró más de lo previsto.
Ni siquiera la conozco. Sin embargo la admiro desde el día que alguien especial me contó su historia. Lucía era incapaz de abrir los ojos. Dormida sobre la camilla del hospital, los médicos le iban restando poco a poco la esperanza a su corazón. Éste latía a menor velocidad de lo que fluyen las ideas en un mar de dudas. Hoy ella se pregunta qué habría sido de su vida si no llega a despertar en ese momento… La luz; eso habría sido de su vida.
Y hoy vuelve a ver el sol de otra manera,
Hasta lo puede ver tras la
niebla más espesa.
Y hoy puede contar que su corazón late
Más fuerte más
fuerte que el de nadie”
Y sin embargo, una luz diferente cae ahora sobre la mía cada vez que recuerdo su historia. Es medicina para un día gris, de esos en los que piensas que tu vida es una mierda porque no tienes a nadie que te abrace, o porque Febrero asoma su cabeza y la tuya está llena de pájaros que no dejan espacio para que los apuntes se posen sobre ella. Lucía no se lamenta por no poder ir a clase, sino que se alegra de que sus amigos sí puedan hacerlo. Lucía no se enfada con sus pies porque estos no puedan mantenerse en equilibrio durante mucho tiempo, sino que, poco a poco, a base de paseos por el parque, va haciendo que recuperen el ritmo que demostraban tener antes sobre la tarima de una discoteca. Lucía no se lamenta de la mala suerte de aquel día de Junio, sino que se siente afortunada por haber podido ver desde la ventana de un hospital, un día de otoño.
“más fuerte, más fuerte a cada instante”
El corazón de Lucía se va recuperando; cada vez siente más, cada vez late más… más incluso que el de cualquier fondista que se prepara para unos juegos olímpicos… Y es que en carrera de resistencia… no hay quien le gane. Tiene mi medalla de oro; Lucía es fuerte… con sus ganas de vivir aniquila no sólo su debilidad… también la mía… Gracias Lucía.
Disco de la semana: Cuerdas vocales y consonantes (Tontxu)
Canción: Amelie… “Diga lo que diga, y haga lo que haga, la malabarista te conquista con miradas, porque tiene duende, porque tiene gracia… miles de locuras y las suyas las más sanas”