La primera es paciencia para recomponerlos, para devolverles a su estado original. Para colocar poquito a poquito lo que había tardado dos décadas en ser creado. Miro al suelo y me mareo con tanta flecha y tanto epígrafe, tanto amarillo fosforito y tanto título en grande. Me dan vértigo las miles de piezas en las que han quedado divididos, como si fuera un puzzle gigante de esos que nunca me gustó reconstruir, precisamente, por falta de paciencia.
La segunda es paciencia contigo, pensar, desear, que tarde o temprano entenderás todo esto y que sólo habrá una solución; tirarlos desde cualquier ventana, usando una mano tuya y otra mía, o pegarles una patada y que salgan disparados. Y que una vez en el aire, mientras vemos desde el suelo cómo se alejan, no nos importe su destino, que a cada persona en el mundo le llegue un pedacito, y de golpe comprenda que es imposible volver a juntar todas las piezas. Que se contagien de nuestra indiferencia. ¿Sabes? No sé, a veces me da la sensación de que he llegado a tu vida un par de meses tarde y otras de que lo he hecho con uno o dos años de antelación. Después de algo, antes de todo… y cuando pienso eso suelo repetirme “paciencia, paciencia…”, una y otra vez, como si fuese la única oración que conozco; una que nadie me ha querido enseñar, una que yo misma he aprendido… “paciencia, paciencia”…
La tercera es paciencia conmigo, volver a lo de siempre, a seguir comprando millones de letras para regalártelas durante millones y millones de minutos, y ver al final que esto es un reloj de arena en el que el tiempo sube y baja, y baja y sube, pero nunca cambia, siempre es el mismo tiempo. Siempre los mismos momentos que se repiten, como si una vez llegado el final, tocase volver al principio. En definitiva, una paciencia sinónimo de rendición, de dejar que el tiempo lo cure todo... y es lo último que quiero, más que nada porque creo que contigo, y sólo contigo, eso va a ser imposible.
He pedido el comodín del público imaginario que sigue desde primera fila cada escena de esta especie de comedia-tragedia romántica, y ha decidido que debo descartar la primera opción, que debo quedarme esperándote o esperándome… y ¿sabes? Le voy a hacer caso. Te espero… me espero… y los trocitos, que los recoja cualquiera, que yo ya no los quiero.
Disco de la semana: Luis Ramiro
Canción: “Tiovivo”… “Remedios ha soñado esta noche con Alberto y Alberto sueña despierto con David, pero David no es feliz si no es contigo, y tu te pasas el tiempo con Raquel... (...) un clavo saca a otro clavo, y si tú te desesperas ten muy claro que el tiovivo nunca para de dar vueltas”