Y si llueve, llueves. Me llueves. Y me mojas, me mojas más de lo que nunca había imaginado, y me mojo más de lo que nunca pensé que pudiera mojarme. Y el patio de mi alma se vuelve tan particular que sólo entras tú. Se me van rizando las ideas, poco a poco, formando una espiral que no quiere desentonar con mi pelo, y según avanzo por calles en las que los paraguas de los desconocidos se besan la frente, voy imaginando mil formas de salpicarte, saltando con todas mis fuerzas sobre mis tonterías, para conseguir que te mojes tú también.
Me inundo por dentro e intento no hundirme por fuera… pero en cada gota de lluvia encuentro tu reflejo, y ando falta de reflejos para esquivarlas. Me llueves por delante, por la izquierda, la derecha, por detrás, en diagonal, de abajo a arriba… Tus frases, tus silencios, tus miradas, tus sonrisas… me llueven torrencialmente sobre la cabeza, y aunque quiero apartarme, aunque debo apartarme, no puedo. Sé que me voy a enfriar, y sin embargo, me quedo ahí, siendo consciente de que mis párpados se están negando a hacer de paraguas, y de que, por eso, mis ojos tienen que ver tu imagen empañada en cada cristal derecho de cualquier coche. Llueves hasta en los escaparates de tiendas abandonadas; no abandonas tu contienda… si llueve, llueves. Me llueves...
Y entre fachadas que oscurecen por el impacto del color transparente de la lluvia, y esquinas que se vuelven acantilados de los mares por los que navegan mis zapatillas; y entre el suelo resbaladizo que me advierte de que la caída contigo puede ser mortal, y la gente que huye, agachando la cabeza, como si así no fuesen a mojarse… entre alcantarillas que rugen mensajes no descifrables, el más pirata de los piratas me recuerda al oído, que el doctor me recomienda que no esté ya más contigo… y sigue, como si tú, además de lloverme, me cantases… “se puede saber qué esperas, que te mire y que te seque”… y supongo que no, que no espero eso…
Sólo quiero lloverte, lloverte, lloverte, llover…te, llover… te, llo… verte, verte, verte, verte… te… te… te… ¿te lluevo?...
Disco de la semana: “Las siete y media (o las tres que faltan)” (Ivan Ferreiro)
Canción: “Días azules”… “di un lugar donde estés tú, que si el azar nos va empujando hasta el final, sçolo habrá casualidad… la casualidad nos va a alcanzar, nos va a salvar”