Me doy cuenta de que a menudo me niego, te niego, el artículo veinte punto uno, punto a punto, y sobre todo punto de punto, y te dejo sin información veraz; ya lo escribí, ya se lo tomé prestado a una amiga, “se siente, no miente quien omite la verdad”. ¿Autocensura? No creo... Me han contado que a veces, las justas, prevalece sobre ese artículo el derecho al honor, la intimidad, y la propia imagen… Yo reniego de mi honor, eso es para cobardes. Y reniego también de mi propia imagen, ni siquiera quiero verla en el espejo cuando te pienso, porque no me gusta verme la cara empapada… Pero no puedo evitar conservar la intimidad… eres el secreto de sumario que se queda cada noche en mi habitación, guardado en cualquier pequeño rincón.
Miro de reojo los folios y sólo sé estudiarme las formas de conseguirte por la vía presuntamente justa. Preferiría lo penal; pensarte ya es pecado. Cierro los ojos para olvidarme del calendario, y en primera instancia te insto a quererme; mal o bien, como quiera que te quiero… Si no funciona, te llevaré al Superior y que aplique su apellido… te juraré que lo que siento es Supremo si hace falta. Y si sigue sin funcionar, te retendré sin Audiencia, y te miraré a los ojos… y como canta Alejandro Sanz en esa otra canción, “te enseñaré a decir te quiero sin hablar, mientras tengamos un secreto que ocultar”.
Solicitaré el recurso de amparo... y no me sobrarán motivos para presentarme ante el Tribunal de Derechos Humanos… porque creo que no hay nada más inhumano que sentirnos tan cerca y hacer como que alguien nos impone una orden de alejamiento… y esto no está en mis apuntes; me parece que lo he aprendido sola… o que nos lo estamos intentando enseñar…
Espero cualquier fallo que sea de todo menos lógico…
Disco de la semana: Continental 62 (Christina Rosenvinge)
Canción: Quién me querrá… “Quién me querrá, con lo cara que está la vida, quién se querrá arriesgar. En cada despedida nace la eternidad… quién me hará sonreír, quién cuidará de mí”