¿Sabes? A veces me asusta pensar que te pueda perder… A los dos nos falta una mitad (que algún día encontraremos) pero en la otra mitad, ambos tenemos una doble piel que nos protege de todo; tú me tienes a mí y yo te tengo a ti. Es como los gatos, que tienen siete vidas… nosotros tenemos dos. Por eso odio cuando discutimos por las tonterías por las que lo hacemos de vez en cuando; porque en seguida siento que tengo frío, que se me cae mi medio abrigo y que pierdo una vida… Y soy joven para morir, ¿no crees? Sí, lo sé, soy una enana…
Y hablando de vidas… ¿tú nunca te preguntas qué habría sido de las nuestras si nunca nos hubiésemos encontrado? Yo lo tengo claro; jamás habría tenido un espejo donde mirarme muchas veces, y donde no querer encontrar mi reflejo otras tantas… un reflejo que al final siempre acaba apareciendo. Eres quien le pone palabras a mi boca abierta cuando subimos al vagón de metro, y yo quien se las pone a tu mirada perdida sobre el andén. Suelo acertar en lo que piensas y para ti es fácil hablar por mí, porque tú conoces mi timidez y yo tu inteligencia… ¡Qué tontería! Te iba a preguntar si nunca te habías parado a analizar que tu vida es la paralela de la mía unos años adelantada… Que mis actos son la continuación, mediante paralelismo, del soneto en el que están vertidos y versados tus veintisiete años. Entonces me he dado cuenta de que estaba escribiéndote esto a ti…
Algún día llegaré a escribir como tú… Tranquilo, no te impacientes, que últimamente estás muy agobiado y nervioso y hablas por hablar, estás algo susceptible… Digo que estés tranquilo porque voy por buen camino, mi poema "de la pelota" ya lo escribí hace tiempo… Te creías que aún no lo había hecho ¿eh? Si es que tienes la extraña costumbre de adelantarte de manera fatídica a los acontecimientos (como suelo hacer yo también). Creo que lo del poema es de las pocas cosas que he podido ocultarte; el resto las adivinas tú solo, con tan solo una mirada… Y eso a pesar de que tanto a ti como a mí nos encante subirnos a la parra, y no haya quien nos baje de allí… Es bonito el mundo que nos hemos construido ahí arriba, ¿no crees?; yo no lo cambio por nada, aunque a veces me dé rabia saber que no pisamos sobre la misma realidad que la mayoría del mundo… pero bueno, ellos se lo pierden ¿no?
“¿Me das un abrazo?” me dices con la misma voz temerosa con la que te lo habría dicho yo. Llueve en las calles de Madrid y sin embargo sale el sol en mi cara… ¿Uno? Si no fueses tan alto y no tuviese un paraguas en la mano, me quedaría colgada de tu abrazo para siempre… No me sueltes nunca, ¿vale? Y cuando nos enfademos, al menos sujétame con una mano… que pronto encontraré la otra para agarrarte fuerte.
Canción: “Domestícame” (Tiza)… “para qué enfadarme si puedo sonreirte y abrazarte, si puedo mimarte mi principito grande (…) le das forma a mis entrañas… mi siamés, mi 23, la capital de mis lágrimas cuando nadie más me ve… por favor, domestícame”