Te escribo para invitarte de nuevo a mi habitación. No he cambiado la decoración porque sé que a ti te gusta así; llena de música callada. Los carteles de los dos conciertos siguen detrás de la puerta, sujetos por imanes inteligentes, de esos que saben bien a qué agarrarse. Las cajas de los discos no han alterado su orden sobre las baldas de la estantería; Alanis sigue a la izquierda de Alejandro, y Vega a la derecha de Tontxu, ocupando el espacio supuestamente destinado a libros y apuntes… o al menos eso dicen mis amigas cada vez que entran en la 124 y se ríen de mi manera de estudiar. No saben lo que dicen. Yo sé que tú me entiendes, porque aunque no hablas, te veo sonreír cuando miras a mi corcho y ves que las entradas ya casi se juntan, formando el marco que encierra el mejor paisaje imaginable; las noches de Madrid desde Galileo hasta Vista Alegre. Es increíble… la música… ¿no crees?
Sí, tranquilo, lo sé. Durante un mes debo concentrarme en esas cuartillas que salen del cuartel de hormigón. Si te invito es porque he desenchufado todo. Todo menos ese foco que tanto te gusta, y por el que se sienten deslumbradas muchísimas letras que dejan de tener sentido a final de mes… aunque ahora que lo pienso, se acaba de fundir. Junio es sinónimo de tu presencia, y la ausencia de cualquier sonido en mi habitación te requiere. Sólo suenan flojitos Damien y Tiza de vez en cuando, pero no te preocupes, no suelen molestar, y sólo susurran en los descansos. Necesito que vengas y llenes este vacío, porque si no suena nada, me apago yo.
Ni siquiera puedo, o no debo, abrazarme a mi guitarra durante un tiempo. Alguien le ha contado que estoy enferma, que iré adquiriendo un color blanquecino a lo largo del mes, “La enfermedad del folio”, y aunque me quiere, teme contagiarse y llegar a perder el precioso color de su madera… Yo sé que eso es imposible, pero supongo que es mejor seguirle el juego de momento, al menos para empezar… Dos no hablan si uno no quiere… Mejor que ella no quiera a partir del domingo, porque aún no nos hemos despedido y yo ya me muero de ganas por abrazarla y contarle de todo…
Ya me despido… Sería un honor que, un año más, aceptases mi invitación.
Un abrazo,
Ana.
PD- Por cierto… dile a Concentración que se venga contigo también, aunque solo sea los días pares. Siempre es un alivio ver que de vez en cuando os lleváis bien.
Disco de la semana: Ultrasónica (Los Piratas)
Canción: El equilibrio es imposible…. “Confía en mí, nunca has soñado poder gritar y te enfureces, es horrible el miedo incontenible. Y ahora ven, dame un abrazo, no te conozco cuando dices qué felices, qué caras más tristes…”