Desde que te conocí te has ido convirtiendo poco a poco en mi mundo, en un mundo siempre a mis pies, siempre dispuesto a cualquier paseo a cualquier hora, mientras te piso esa cabezota tan dura que tienes a veces, o entusiasmado por conocer nuevos lugares entre mis brazos si no encuentro la ocasión de dejarte caminar por tu propio “piel”. Ya sabes que de pequeña no me importaba cuando te rebelabas, y si yo te decía “izquierda”, tú decidías (por cabezonería, estoy segura) escoger el camino de la derecha; pero ahora no te aguanto cuando me dejas en evidencia delante de la gente… Pero bueno, supongo que eso forma parte de tu encanto, que nunca te cansas de enseñarme que no te conozco tan bien, y que vale la pena seguir al lado el uno del otro… aunque ahora llevemos un tiempo distanciados.
¿Recuerdas el día que nos conocimos? No, yo tampoco, la verdad… Han pasado tantos años… y tantas cosas… Mira la foto; me acuerdo de todos los consejos que tomaba de los dibujos de la televisión; “tiene que ser tu mejor amigo, lo tienes que llevar contigo a todas partes”. Tiene su gracia, pero creo que así nos fuimos entendiendo poco a poco. Te llevaba a clase, te aburrías con las ciencias sociales y te dormías, apoyado en los abrigos que caían del perchero. Luego, de vuelta a casa, sólo me apetecía ir contigo, mientras mis empeines besaban con cuidado los hexágonos de tu cuerpo… Supongo que ahí nació mi locura por querer acompañarte hasta el otro lado del charco si hacía falta; llegar a pensar que cambiaría el color de mi bandera por estar contigo; dibujar más y más pájaros en mi cabeza, ayudada por los trazos de varias personas que me dijeron que habíamos nacido el uno para el otro. Esos pájaros han sido las mejores mascotas que he tenido en la vida; hasta que la realidad los mató de un disparo… Tiene buena puntería la realidad… pero bueno, a veces resucitan en sueños, o en momentos ya vividos, y yo me alegro por ello. Porque tú sigues cerca de mí, y de vez en cuando me encanta contarte estas tonterías.
Hoy he estado viendo por la tele a uno de tus familiares lejanos, y no sé si por lo bien que le quedaban las cuatro redes en la cabeza, o porque me he acordado de cuando tú y yo correteábamos por céspedes belgas, me he emocionado algo más de la cuenta, como en los viejos tiempos… echo de menos no tenerte tan cerca… pero tranquilo, ya sabes que siempre vuelvo para demostrarte que te sigo teniendo controlado.
Canción de la semana: “Opá amo apo el mundiá” (El Koala)… pero no me sé la letra porque eso es todo lo que escucho en el anuncio… y a todas horas...