Me apetece enseñarte mi Madrid; que sacrifiques una noche de Pachá para dejarme que te invite, con el mismo dinero que te gastarías en una copa, a una cerveza (ya serás mayor de edad y ahí no podré decir nada) y a un poco de buena música que nada tiene que ver con la pachanga, sentados alrededor de una mesa con una vela en el centro. Que luego decidas volver ya es cosa tuya… aunque reconozco que me haría muchísima ilusión que quisieses repetir; pero bueno, eso ya es suponer después de lo supuesto, y mejor ir poco a poco. Te voy a llevar a un millón de sitios más… ya verás.
No me malinterpretes, no pretendo que te vuelvas tan raro como yo, sólo que descubras otros lugares diferentes a los que probablemente te lleven los amigos que hagas. Sólo te pido una cosa; prométeme que esos amigos van a ser de los de verdad, no de los que se ponen una cara y al darse la vuelta tienen la careta de payaso con la que nacieron… que de esos ya has tenido bastantes, ¿no crees? No, seguramente ahora no lo creas… Confío en ti; sé que un día vas a ser como la manzana que le cayó a Newton en la cabeza y con el golpe al caer te vas a dar cuenta de todo. Tiempo al tiempo. Eres un chico inteligente, sólo hace falta que te lo empieces a creer; que te lo creas de verdad y no demasiado, que no es lo mismo…
Cuando vengas a Madrid, si sigo aquí, si me he mudado a un piso, me vas a cuidar. Tengo ganas de que enseñes a mis amigos lo bien que cocinas, lo cariñoso que puedes llegar a ser cuando el Luis de siempre se come al Luis de moda, y la sonrisa tan bonita que tienes (¡ya quisiera la chica esa tener un novio tan guapo como tú!) cuando no permites que te amarguen la existencia y endulzas la del resto. Me apetece que seas el hermano pequeño que quizás pocas veces te he dejado ser conmigo.
Te doy un año para que vengas a Madrid… voy preparando el terreno.
Canción de la semana: “Te queda mi amor” (Rebeca Jiménez)
“Me desperté cogida de tu mano y tuve claro que empezaba bien; acostumbrada a los caminos raros, cambió mi suerte cuando te encontré…”