Valentina no va a misa, y no cree ni en dioses ni en santos; por eso no es de extrañar que nunca haya celebrado el suyo. No le hace falta creer en nada, porque es tan valiente que es capaz de enfrentarse a cualquiera sin la necesidad de santiguarse antes. Su valentía le ha llevado a aceptar los trabajos más duros que alguien podría imaginar.
Desde hace años, Valentina tiene el puesto más peligroso de toda la ciudad; es vigilante de noche en el Parque de los Zombies, situado entre la vida y la muerte de la ciudad, entre la zona de bares y el cementerio. Nunca se sabe quién es más peligroso a esas horas; si un muerto sobrio o un vivo moribundo debido a su estado de embriaguez. Pero Valentina no tiene miedo a nada. A nada. Y se pasa las horas de trabajo sonriendo a la oscuridad. Ni siquiera le inquieta saber que su antecesor en el cargo murió de un infarto al corazón.
Aunque Valentina le ha repetido varias veces a su jefe que no tiene que preocuparse por ella, desde el momento en el que firmó el contrato, él siempre le ha prometido que en cuanto tuviese dinero para pagar a otro vigilante, trabajaría acompañada. El lunes, cuando llegó al parque, descubrió a Salvador sentado en el columpio. Un chico alto, rubio y con los ojos claros; tan claros y transparentes que bastaba un cruce de miradas para tener conciencia de la persona tan increíble que guardaba dentro.
La primera noche, Valentina pensó que era un chico guapo y simpático. La segunda noche se la pasaron riendo. La tercera noche Valentina no apareció. Mientras salía por la puerta de su casa, pensando en que iba a encontrarse con Salvador, la chica sintió algo que no había sentido en su vida. Tembló. Se le aceleró el corazón. La idea de tener que celebrar algún día su santo le atravesó el pensamiento. Y tuvo miedo. Mucho miedo. Mucho, mucho miedo.
Canción de la semana: “Puta hippie” (Meritxell Naranjo)
“Pero tu qué te has creído, que soy una puta hippie, pero tú que te has creído pedazo de gilipollas, pero tú qué te has creído que soy una puta hippie… ay cariño, se me va la olla…”
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