Llevo dos cartones de vino y una botella de Lambrusco (creo que también es vino). No, a estas alturas aún no me he dado a la bebida, ni pienso hacerlo por ti. También me hago la sueca ante la llamada del alcohol. “Las penas no se ahogan, saben nadar” (Tiza). Apréndetelo, por si un día desaparezco de tu vida de repente, cansada de que en el espacio que dejas cada vez que nos despedimos, el frío haga que hasta la cabeza me duela, me duela, me duela… que me duela hasta tal punto que prefiera el frío del norte al invierno que me encuentro al darme la media vuelta mientras te alejas con compañía en soledad. Si ese día desaparezco, será porque habré conseguido hacerme la sueca de verdad. Ese día no me busques; será demasiado tarde. Yo ya hablaré un idioma que tú habrás dejado de entender.
Llevo dos gorros para cubrirme las ideas. Para que el frío se quede donde tiene que quedarse. Y si llama, si intenta enredarse en mi pelo, me seguiré haciendo la sueca. Una sueca de pelo oscuro pero sin frío en la cabeza, sin ideas congeladas. Voy a saber cómo hacerme la sueca y cómo saber evitarte, aunque sea esta semana.
Tengo algo para ti. Te lo daré cuando vuelva. Hasta entonces, no me grites en silencio, voy a hacer todo lo posible por no escucharte. Voy a hacerme la sueca. Mi viaje empieza en una Terminal de aeropuerto. El tuyo se queda aquí. Échame de menos.
Disco de la semana: “Castigado en el cielo” (Luis Ramiro)
Canción: Perfecta… “Como tu boca tapando el frío, perfecta como una madre besando a un hijo. Eres perfecta y aún así no te das cuenta, perfecta, perfecta, perfecta, como el sol, como la tierra…”