Reconozco que fue duro al principio; saberte tres pisos más abajo y obligarme a dejar de quererte... porque yo quería dejar de quererte, ¿sabes? Fue lo que más deseé hacer desde el momento en que me sentí traicionada; dejar de quererte. Ni siquiera olvidarte; simplemente dejar de quererte. Y tardé muchísimo tiempo, el suficiente como para darme por enterada de que habías sido la única persona en el mundo de la que me había enamorado alguna vez. Y aunque no lo creas, aún me importas; de una manera o de otra. Lo sé porque no pude evitar acordarme de ti el otro día mientras repetía el ritual de decirle a la persona de la que estoy enamorada ahora mismo, y que, para que te enteres, te da once mil vueltas, lo que te dije a ti aquella vez multiplicado por siete. Como sé que te da igual, porque sé que te da igual, porque a lo largo de estos tres años te ha dado igual todo lo referente a mí, te diré que no se parece a ti en nada. En nada. En nada de nada. Ni lo que siento ni lo que seguiré sintiendo. Contigo ni siquiera creí en los milagros; esta vez, sin embargo, sí que lo hago. Y lo hago porque han pasado cosas que la razón nunca podría explicar y porque confío en que se dé cuenta de que hay especialidades que desbordan el límite de lo especial. Contigo la razón siempre pudo explicarlo todo; lo pudo explicar de tal manera que desde que llegaste a Madrid quise comprarte un disco que vendían en un escaparate y al ir a cruzar la puerta de la tienda siempre terminaba pensando que era absurdo porque ni siquiera te haría ilusión. Esta vez compro un disco detrás de otro y un libro siguiendo al anterior, y regalo canciones de ahora y de antes y las cambio por sonrisas mágicas. Contigo nunca supe cómo era una de esas; tú nunca hiciste magia. Entérate.
Te preguntarás por qué te cuento esto ahora... Te he visto saliendo del comedor mientras te abrazaban por detrás, y me he acordado de cuando me acordé de ti el otro día y también de cuando quise abrir los ojos aquel noviembre... ¿Sabes? Se parece tan poco a entonces, que en esta ocasión me niego a abrirlos; quiero seguir soñando, seguir confiando ciegamente en que ojos que no ven, corazón que no miente y que tarde o temprano se verá... Y a quien no le guste, que no mire. Y punto.
Canción de la semana: “La mancha de mora” (L-Kan)“gritas un clavo saca a otro clavo o juras que tu sitio está a mi lado, cuando se va un autobús pasan tres o no sabes quién eres si no me ves... quién eres si no me ves”