¿Te creías que desde que estoy aquí sólo miro a la izquierda para observarlo a él? Pues te equivocas. También te busco a ti, aunque contigo no existan trincheras de la guerra del miedo que impone la admiración. A diferencia de lo que hay entre mi posición y la suya, que está sólo un par de metros más allá que la tuya, lo que hay entre tú y yo es una distancia demasiado larga para la que me gustaría tener aquí contigo, y una distancia demasiado corta para que entremedias quepa toda la importancia que tienes para mí y todo el cariño que te tengo desde que te conozco. Podría arrastrarlos por toda la Redacción, dar siete vueltas, y que me faltasen otras setenta y siete… como poco.
Supongo que, pese a esa falta de espacio, ha sido ese sobrepeso el que me ha llevado a permanecer aquí, anclada en este sitio que no es mío. Tener la certeza de que, aunque los primeros días de julio estaban siendo los más largos de mi vida, si seguía con la cuenta atrás, llegaría a mirar a la izquierda y encontrarte, me dio fuerza. Sustituí mi ilusión por la tuya y pensé que abandonar tan pronto sería clavarte un puñal por la espalda, que no es lo mismo que disparar a tus espaldas; abandonar tan pronto habría sido defraudarte, y a eso, ni me has enseñado, ni quiero que me enseñes. Por eso sigo aquí. Por ti, porque odio que me preguntes qué tal y que al mirarte para contestarte, boca y ojos no tengan más remedio que contradecirse. Por eso miro a la izquierda; para encontrarte y tener motivos para seguir buscando un cambio repentino, un disparo de francotirador. Un “estoy bien” sincero. Por sorpresa. Antes de que se ponga agosto.
No te molestes. No es la gente, ni el ambiente, no es que no me cuiden, no es que no me traten bien, no es nada de eso… Es simplemente que este no es mi sitio. Que esta silla no está a mi altura y esta pantalla no me mira bien. Que este teclado es de perdigones y a mí hubo un tiempo en el que me prestaron uno de balas. Que no sé disparar así. Que aquí las tardes son nubladas y solo tienen efecto prisma si vienes tú, que eres de lo poco que no me quema… Creo que no me equivoco si digo que no soy la única que opina que el sol de este lugar amanece y se pone en tu mesa…
Canción de la semana: The hardest day of my life (Alejandro Sanz y The Corrs)
“Never gonna forget every single thing you do, when loving you is my finest hour, leaving you the hardest day of my life, the hardest day of my life”