No estoy preparada para que se lleven nada tuyo… Y eso que te veo en todas partes. Sería incapaz, no de olvidarte, sino de dejar de recordarte. Podrían robar el cuadro y te seguiría viendo cada día que como sola, que son todos los que no libro, trayendo la bandeja y diciendo “te he hecho unas patatitas”. Dios. Esa frase juega al frontón en mi cabeza. Va y viene, y va, y vuelve, y le intento dar un revés pero siempre regresa. Creo que es algo así como un “te quiero”. Porque yo creo que nunca me lo dijiste, pero siempre me lo demostraste. Y la frase de las patatitas me mata. A veces se turna con tus “jau!”, tus “caray! No es justo!” o tus “demonio!”. ¡Demonio! Eso digo yo…
Te veo en mi casa, sentada en una de las sillas amarillas del salón, con las piernas un poco abiertas para que descansen, apoyando el codo derecho sobre la mesa mientras sujetas tu cabeza tan bien peinada y gritas “Víctor, vámonos”, y a la vez recuerdas que no me has dado la propina. Y entonces me susurras, para que no se enteren mis hermanos, “ven que te doy la propineja”. Y empiezas a sacar monedas de tu monedero donde guardas las monedas que son sólo para mí, porque soy tu ahijada, y empiezas a contar. “uno, dos, tres…” así hasta diez. Y te doy las gracias y me acerco para besarte en la mejilla… Y beso al aire. Porque no estás. Recuerdo que solo me quedan recuerdos. Y empiezo a llorar. Y así más o menos cada día desde que te has ido.
Pero lo peor no es eso. Lo peor es cuando hablan de ti en pasado. No me acostumbro y me entran ganas de vomitar; supongo que se me indigesta todo el futuro que tenía digerido contigo… Todos esos días en los que iba a ser yo quien pasease contigo por la Fuencisla o quien te llevase en coche hasta Alicante para invitarte a comer en las calitas de Santa Pola, incluso todo lo que te iba a contar y que solo te contaría a ti porque sabía que no había mejor confidente en la familia. Y se me revuelve la tripa solo de pensar que ya es imposible. A veces, te pareceré absurda, pero intento dar con alguna manera de rebobinar, de pulsar algún botón y volver a aquella tarde en la que me fui de casa. Y volver una hora antes y llevarte al hospital una hora antes. Y ganar sesenta minutos que quizás hubiesen arreglado una vida entera. La tuya… o la mía, porque ahora dime… ¿cómo relleno el hueco de todo el tiempo que tenía reservado para ti?
Disco de la semana: Personal (Quique González)
Canción: Fito… “Ya vendrán noches más frías si no vuelves a entrar, ya vendrán a la guarida de la soledad.Ya vendrán noches mas frías si no vuelves a entrar, ya vendrán y me tendré que acostumbrar...”